CHINA Y EE.UU. ¿CONDENADOS A ENTENDERSE?

Escribiendo la anterior publicación, intentando desmenuzar aquellos acontecimientos esperados que pudieran influir en el devenir de los mercados, saltaba por los aires una de las ya habituales rencillas entre chinos y norteamericanos. Es evidente que sus diferencias tienen repercusión y consecuencias a nivel mundial, por ello creo que merecen dedicar una entrada a su ya extendido pulso por el poder económico.

El enfrentamiento entre China y Estados Unidos, las dos grandes potencias económicas del mundo, viene extendiéndose desde que allá por marzo de 2018, el presidente Donald Trump anunciase su intención de incrementar aranceles a los productos chinos acogiéndose a  la Ley de Comercio de 1974. Entiende el norteamericano que el país asiático lleva a cabo “prácticas desleales de comercio”, al tiempo que expolia su propiedad intelectual. Por su parte, China  decidió imponer aranceles a productos estadounidenses, entre los que se encuentra la soja, uno de los productos con mayor tráfico en el mercado que les une.

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Fuente: El Economista

Así fue como empezó esta jugada de ajedrez donde el presidente norteamericano intenta imponer su supremacía, a golpe de tweet, para quebradero de cabeza de los mercados. ¡Ay! Si pudieran echarle el freno al teclado o Smartphone de turno que sea utilizado por el presidente, como si de una cocktelera mundial se tratase.

Él, muy ducho en los negocios, en acercar a sus rivales al precipicio haciéndoles sentir el vértigo, se siente cómodo en esa situación. Sin embargo, los chinos, más comedidos en sus publicaciones pero no por ello menos vehementes en sus exigencias, hacen más que dicen.

Pero oye, que ambos se necesitan, y lo saben. A decir verdad, en este mundo de la globalización, todos por diferentes que parezcamos nos necesitamos entre sí. Y si no, veamos qué aportan unos y otros, qué reclaman o qué pretenden.

El gigante asiático se ve como futuro líder económico, los estudios avalan que en alrededor de 20 años serán la primera economía mundial. La velocidad de crecimiento de su economía es brutal, incomparable al resto de potencias, además demográficamente albergan una  demanda incomparable con cerca del 20% de la población mundial.

Por su parte, EE.UU. mira en su particular espejo retrovisor como pretenden adelantarle por la derecha, viendo cada vez más cerca el intercambio, con poca ilusión en el traspaso de cartera, cual ministro saliente. Así, su actual presidente, aún sin poder evitar ese devenir pretende posponerlo, o al menos no ser recordado como aquél que facilitó o no evitó lo inevitable.

Ocurre que las grandes multinacionales, muchas de ellas norteamericanas, patriotismos aparte, tienen sus cadenas de producción más cerca de Pekín que de Washington. Así, sus productos, con un alto valor añadido muchos de ellos, ya son producidos en China.

Y es que de China se importan mayormente materiales de telecomunicaciones o computadoras. Mientras, USA se mantiene como líder en exportador de productos alimenticios, principalmente soja. Alimento éste muy demandado en Asia, pero que ya pretenden poder comprar en lo que ya se conoce como el futuro granero del mundo, África. No hay detalle que se le escape a los chinos en su posicionamiento de liderazgo mundial.

Como ven, lucha de egos, de dependencias recíprocas, pero en la que da la sensación que por más peajes que Trump interponga en el camino, China viaja a velocidad de crucero, con apenas radares que la limiten.

Estaremos atentos a las nuevas medidas que unos u otros puedan tomar, esperando que finalmente cedan cuanto puedan, donde evitarán, eso sí, que esa cesión sea entendida por los paisanos de cada cual como un sometimiento consentido.

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